Un reciente artículo del diario Los Angeles Times informa como el número de árboles muertos, debido a la sequía que ha afectado a los bosques de California, ha aumentado de forma dramática hasta alcanzar los 102 millones de ejemplares, en lo que los servicios oficiales describen como un desastre ecológico sin precedentes, que aumenta el peligro de incendios masivos y de erosión destructiva.

Los servicios oficiales ya estaban alarmados por el aumento de árboles muertos, estimados en unos 36 millones durante el último recuente gubernamental del pasado mes de mayo. El Servicio Forestal de los EEUU, encargado de realizar estos recuentos, ha estimado que el número de árboles muertos sólo durante el presente año asciende a 62 millones de ejemplares. En palabras de los responsables del servicio, “la escala de mortalidad forestal en California no tiene precedentes en nuestra historia moderna”, “los árboles están muriendo a una velocidad mucho más elevada de lo que pensábamos”.

Los científicos culpan a la sequía de 5 años consecutivos de la mayor parte de esa destrucción. La falta de lluvia ha sometido a los árboles a un stress considerable, haciéndolos mucho más susceptibles a ciertos organismos, como las avispas, que los pueden matar. Las temperaturas inusualmente elevadas han aumentado la demanda de agua de los árboles, exacerbando así su situación ya delicada.

La mayor parte de los árboles muertos están en las regiones meridional y central de la Sierra Nevada, aunque el servicio forestal alerta de que los altos niveles de mortalidad están afectando también a los condados del norte del estado. Aunque el norte del estado está registrando un comienzo del año hidrológico en condiciones húmedas, las partes centrales y meridionales permanecen estancadas en lo que los servicios forestales denominan una sequía “extrema” y “excepcional”.

“Este número impresionante y creciente de árboles muertos debería preocupar a todos los ciudadanos” en palabras del gerente del servicio climatológico y de conservación del Consejo estatal de recursos hídricos. “Nos debe ayudar a concienciarnos de la intensidad y el carácter extremo que ha tenido la sequía, particularmente en el centro y el sur del estado”.

En opinión de los expertos, un solo año de pluviometría media, como el que algunas zonas del estado han alcanzado el pasado año hidrológico 2016, no es suficiente para poner fin a la sequía o detener la muerte de los árboles. Incluso aunque se registrara un diluvio durante este invierno, la mortandad continuará durante al menos uno o dos años más.

Los árboles muertos generan varios peligros para la ciudadanía. Por ejemplo, los árboles muertos son más débiles y pueden caerse con más facilidad que los que gozan de buena salud.  En octubre de 2015, el Gobernador Jerry Brown declaró el estado de emergencia y formó un grupo de trabajo sobre la mortalidad de los árboles, para ayudar a movilizar recursos adicionales con los que retirar con seguridad los árboles caídos y muertos. El servicio forestal de los EEUU ha reasignado 43 millones de dólares en California durante este año fiscal para “realizar actuaciones concretas de restauración a lo largo de carreteras, caminos y zonas de recreo”.

El siguiente peligro son los incendios forestales. El estado ha sufrido durante este verano una serie de mortíferos incendios forestales que han destruido centenares de viviendas y han obligado a miles de personas a abandonar sus hogares. Los servicios oficiales consideraron que los árboles muertos intensificaron los efectos de esos incendios. Ante la presencia de abundante material combustible en el suelo, el fuego quema con mayor temperatura y deteriora el suelo. Cuando posteriormente llega la lluvia, el agua no puede infiltrarse en el suelo y fluye rápidamente a través de su capa superficial, aumentando el potencial de deslizamientos de tierras y destruyendo los ecosistemas radiculares. “El suelo del bosque se comporta como una lámina de vidrio, el agua desliza y se precipita cuesta abajo”.

Según los servicios forestales, “cuando el fuego ha consumido todo el material combustible sobre el suelo, puede ascender por la “escalera” de las ramas secas y del tronco hasta llegar a la parte alta del árbol. Llegado a este punto, el fuego se puede propagar rápidamente, saltando de un árbol a otro en lugar de desplazarse más lentamente a lo largo del suelo”. “Todo parece indicar que estas temporadas estacionales de fuego, más largas y más cálidas, se prolongarán durante los próximos años. Esta situación, junto con el mayor desarrollo que se está registrando en áreas forestales, harán que el coste de la lucha contra los incendios siga aumentando. No obstante, hay expertos que cuestionan la relación entre una alta proporción de árboles muertos y la severidad de los incendios. Los servicios forestales indican que la gestión de los incendios forestales consumió más de la mitad su presupuesto del año pasado. El incendio que se declaró en el condado de Monterey durante el pasado verano permaneció activo durante meses, pasando a ser uno de los fuegos más costosos de apagar en la historio del Servicio Forestal de los EEUU.