• El pasado 14 de noviembre Miguel Ángel Ródenas, presidente de la Confederación Hidrográfica del Segura, publicaba esta columna en El Economista.

Una completa depuración de las aguas residuales urbanas y su reutilización han hecho posible recuperar ambientalmente el río Segura y aumentar la disponibilidad de recursos hídricos para riego en la cuenca más seca de Europa.

Ha sido un ambicioso plan, desarrollado durante diez años, cuyo resultado ya se puede disfrutar y que sitúa la Cuenca del Segura a la cabeza de España en el tratamiento y reutilización de aguas residuales.

La Cuenca del río Segura, con 365 milímetros de lluvia al año, es la de menor pluviometría de toda la Europa continental. Con una disponibilidad natural de sólo 400 metros cúbicos por habitante y año -frente a los 1.000 metros cúbicos por habitante que recomienda la ONU-, a lo largo de la historia el medio hídrico ha sufrido en esta zona una gran presión, lo que ha conducido a una situación de déficit y unas condiciones medioambientales extremas. Además, a partir de los años 90 del pasado siglo, se añadió al ya complicado escenario una carga importante de vertidos contaminantes, tanto industriales como urbanos. Azotada por periódicos episodios de sequía, la agricultura se enfrentaba a graves problemas de suministro, condicionando a su vez los escasos recursos del río.

Paradójicamente, la cuenca del Segura tiene unas condiciones naturales de clima idóneas para la producción en regadío, unas características que han impulsado siempre a los agricultores del sureste español a buscar la máxima eficiencia en el uso del agua. Actualmente esta zona es una potencia exportadora de primer nivel, sobre todo gracias al mercado de la Unión Europea, con una facturación anual de unos 4.700 millones de euros y cinco millones de toneladas comercializadas cada año.

A mediados de los años noventa, como se ha señalado, la situación del río no era sostenible ni medioambientalmente ni por la escasez de recursos para la agricultura. La movilización social precedió a una actuación de la Comunidad Autónoma de Murcia. El Gobierno de la Región de Murcia, que ocupa la mayor parte de la cuenca del Segura, decidió implantar un Sistema General de Regeneración y Reutilización de Aguas Residuales Urbanas.

El plan necesitó un periodo de estudio, en el que se analizaron las experiencias de otros países y se terminó escogiendo los exigentes parámetros de calidad que impuso el estado de California, debido a la necesidad de aplicar tratamientos terciarios que permitieran el uso del agua depurada en el campo.

Ejecutado a lo largo de un periodo de diez años, entre 2001 y 2010, el plan supuso una inversión total de 645 millones de euros, cofinanciados en gran parte por la Unión Europea. Totalmente en funcionamiento desde 2011 y obteniendo un volumen anual de 111 hectómetros cúbicos de recursos no convencionales, este proyecto es uno de los más relevantes del mundo en gestión integrada del agua en escenarios de escasez. Además, es un ejemplo de éxito por su sostenibilidad económica.

El proyecto puesto en marcha es un sistema integral de gestión que comprende no solamente ingeniería civil y ambiental, sino también una serie de medidas jurídicas, económicas y fiscales. Para empezar, se instauró el principio de ‘quien contamina paga’, lo que facilitó que las industrias que vertían a los colectores de las depuradoras adquirieran sus propios sistemas de tratamiento, una inversión que les resultaba más económica que pagar las sanciones que recibían por el vertido sin tratar.

Además, se implantó un sistema para mantener y mejorar las plantas depuradoras. Como resultado, se ha logrado integrar al 99 por ciento de la población urbana en el sistema de captación y depuración de caudales, y alcanzar un rendimiento global del 98 por ciento en la eliminación de la contaminación de las aguas residuales urbanas. Para llegar a tal porcentaje de cobertura han tenido suma importancia no sólo las 46 grandes plantas construidas, sino también las instalaciones de pequeña escala, que proporcionan servicio a los núcleos de población menores. El principio para hacer asumible el coste de las pequeñas depuradoras, proporcionalmente muy caras debido a su menor tasa de trabajo, ha sido la solidaridad del resto de los contribuyentes. Así, se paga sólo en función de la contaminación que se genera.

La recirculación de estas aguas garantiza unos caudales mínimos en el río, ahora ya libre de contaminación. Los análisis actuales de calidad de las aguas acreditan que el Segura tiene unos niveles de contaminación inapreciables en toda su longitud, un escenario increíble hace sólo 20 años. Gracias a este proceso, el río ha recuperado su fauna y su flora.

Dos especies en concreto representan la mejora palpable del estado del Segura. En primer lugar la nutria, un mamífero que necesita aguas limpias y que, tras desaparecer a finales de siglo, ha regresado en los últimos años e incluso ha podido ser fotografiado en 2013 en las ciudades de Murcia y Orihuela. También se ha recuperado la población de anguilas, otra especie fluvial que requiere de un buen estado de las aguas, para deleite de los pescadores, que han vuelto a lanzar sus cañas al río tras años de abandono.

Tanto la recuperación de la flora y la fauna como la eliminación de la contaminación del agua y la mejora de los caudales ambientales es consecuencia directa de la apuesta por la depuración y reutilización de aguas, una apuesta que ya no puede ser entendida como apuesta de futuro, sino como exigencia para el presente en todas las grandes cuencas, conforme a los parámetros que marca la Unión Europea.