El pasado 29 de mayo, el portal de la agencia de noticias Associated Press (AP) publicó un interesante artículo de Suman Naishadhan titulado “How San Diego secured its water supply, at a cost” en el que analiza las opciones adoptadas por el condado de San Diego para asegurar la fiabilidad de su abastecimiento de agua, especialmente en las condiciones de sequía que viene registrando California durante los últimos años, así como las posibles repercusiones de esa toma de decisiones en otros lugares de los EEUU y del mundo.

A continuación se presenta la traducción en español del citado artículo.

A medida que los efectos de la sequía se intensifican y llevan a millones de californianos a afrontar unas restricciones obligatorias de agua, un rincón del sur de California se ha blindado en gran modo ante las adversidades del abastecimiento de agua: el condado de San Diego. Para los planificadores hídricos del oeste de los EEUU, el camino adoptado por el condado de San Diego puede considerarse como un modelo a seguir y también un relato de cautela.

Durante las tres últimas décadas, el condado de San Diego ha venido diversificando su abastecimiento de agua e invirtiendo en infraestructuras hídricas de gran presupuesto, incluyendo la estación desalinizadora más grande del hemisferio occidental, capaz de retirar las sales e impurezas del agua del océano. Como resultado de ello, la agencia hídrica que abastece a 24 empresas públicas, entre ellas la ciudad de San Diego, indica que puede evitar las restricciones de agua hasta al menos el año 2045, incluso durante períodos secos. Pero esa seguridad ha tenido un coste.

El agua en el condado de San Diego figura entre las más caras de los EEUU, con un coste un 26 % superior al aplicado en 2021 por Metropolitan Water District, que abastece a Los Angeles y condados colindantes. En estos momentos, dos comunidades de regantes rurales del condado de San Diego y sedes de la industria del aguacate quieren desligarse del abastecedor regional de agua, manifestando que pueden adquirir agua más barata en otros lugares. Si lo consiguen, el agua en el condado de San Diego podría ser todavía más cara.

En palabras de Michael Hanemann, economista ambiental en la Arizona State University que fue recientemente encargado por una agencia californiana para estudiar los costes del agua a escala regional, “la situación en San Diego es muy sorprendente, muy sorprendente. Creo que esto es un presagio de algo que va a ocurrir en otros lugares de California y de los EEUU”.

¿Por qué es tan cara el agua?

Los residentes en San Diego no se han sentido nunca tranquilos durante las sequías. En los años 1990, un periodo de intensa sequía redujo el abastecimiento de agua en la región hasta un 30 %. En aquellos años, casi la totalidad de su abastecimiento de agua era atendido por Metropolitan Water District, el abastecedor en alta más grande del Estado. Esa experiencia de precios junto con una relación disfuncional — según indican los expertos en recursos hídricos – con los funcionarios de Los Angeles estimuló una búsqueda agresiva parte del condado de San Diego, que ha durado varias décadas, para resolver la autosuficiencia hídrica.

En palabras del director general de la Autoridad Hídrica del condado de San Diego, “en ese momento, nuestra población se unió y manifestó “no vamos a tolerar esta situación una vez más. Tenemos que planificar nuestra propia fiabilidad de suministro”.

Fue así como en 2003, la Autoridad Hídrica llegó a un acuerdo para obtener agua del usuario individual más grande del Río colorado, el Imperial Irrigation District, en el sur de California. El condado de San Diego financió la reparación de las pérdidas de los canales propiedad de Imperial Water District y firmó un acuerdo de transferencia de agua. Actualmente y según ese acuerdo, Imperial Water District suministra un 55 % del agua utilizada por el condado de San Diego.

La Autoridad Hídrica ayudó también a los agricultores a que usaran menos agua. Recreció presas para aumentar la capacidad de regulación de los embalses del condado. Ofreció descuentos a los propietarios de viviendas para que retiraran sus parterres de hierba y los sustituyeran por alternativas más eficientes hídricamente.

En 2012, el condado de San Diego estableció un acuerdo para obtener un 10 % de su consumo de agua mediante la estación desalinizadora de Carlsbad durante los próximos 30 años. La estación desalinizadora produce unos 200.000 m3/día de agua de consumo humano – suficiente para abastecer a unas 400.000 personas – que es con diferencia la fuente de agua más cara de la región.

En palabras de Michael Hanemann, “en términos generales, su coste es más del doble del agua importada. Por otra parte, es una fuente muy fiable de agua debido a que no está afectada por la sequía o los bajos caudales de los ríos del norte de California o el río Colorado”.

Al mismo tiempo que se realizaban esos esfuerzos, la demanda de agua fue bajando de forma continuada, a pesar del medio millón de habitantes que se incorporaron al condado de San Diego. Las restricciones de agua estatales durante la sequía, unas duchas, inodoros y grifos más eficientes hídricamente, los descuentos para retirar los parterres de hierba natural y el uso de agua regenerada consiguieron los objetivos para los que habían sido propuestos – reducir de forma continuada el uso de agua por los usuarios. En 2020, los habitantes de San Diego utilizaron un 30 % menos agua que en 1990.

Hay que indicar que los responsables hídricos no pudieron anticipar el descenso de la demanda de agua y sobreestimaron de forma sistemática la cantidad de agua que sería necesaria en el futuro. En estos momentos, el condado de San Diego no busca recursos hídricos adicionales, una opción que muchas personas en el Oeste considerarían envidiable. Pero lo que no envidiarían son las actuales tarifas del agua.

Debido a la menor venta de agua, el condado de San Diego ha aumentado sus tarifas – en una media del 4 % durante cada uno de los últimos cinco años – para atender los costes fijos relativos al embalse de San Vicente y la estación desalinizadora de agua. Esos costes representan la “parte del león” – aproximadamente un 90 % — de los gastos anuales de la agencia.

Según Michael Hanemann, el precio del agua viene determinado en gran parte por la infraestructura que conduce y regula el agua. “La situación se hace problemática en el momento en que el suministro de agua disminuye, ya que esos costes no disminuyen”.

En palabras de Tom Kennedy, director general del Rainbow Municipal Water District, una de las agencias que tratan de desligarse de la autoridad hídrica del condado de San Diego, “el sector del agua en una actividad terrible en la que trabajar, debido a que hemos de promover que las personas utilicen una menor cantidad de nuestro producto a la vez que les exigimos más dinero cuando lo hacen”.

El condado del aguacate

Tanto Rainbow como Fallbrook, la otra población cuya agencia hídrica está tratando de asegurarse el suministro desde otra fuente, indican que haciéndolo así les permitirá acceder a un agua más barata, aunque los ahorros potenciales son desconocidos por el momento. Una agencia estatal está evaluando la posibilidad de completar esa ruptura del acuerdo; la decisión definitiva está prevista para finales de este año. Si finalmente se aprueba la posibilidad de desligarse del acuerdo, el paso siguiente será realizar un referéndum entre los residentes. Solo si el resultado de ese referéndum es favorable será posible que los dos Districts puedan desligarse del acuerdo vigente.

Durante una reciente audiencia pública, unos residentes enfadados recriminaron a los funcionarios estatales el tiempo que este proceso está requiriendo – y lo caras que sus facturas están llegando a ser durante el tiempo transcurrido.

Las dos poblaciones rurales marcan un contraste muy llamativo con la constelación de poblaciones costeras y el perfil de altos edificios de la línea de costa del condado. En la parte noreste de la ciudad, el panorama viene marcado por colinas abruptas y secas junto con amplios barrancos.

Las altas tarifas del agua han perjudicado la actividad agrícola en Fallbrook y Rainbow, en otro tiempo los mayores productores de aguacates del país. Entre 2016 y 2020, Fallbrook perdió casi un 20 % de sus cultivos de aguacate, de acuerdo con los registros gubernamentales, debido a la urbanización y el abandono de los huertos.

Un agricultor de Rainbow cuya familia abandonó sus huertos de aguacate hace varios años, manifestó que cultivar este fruto sin una fuente complementaria de agua subterránea es un negocio ruinoso. En palabras de este agricultor, que posee 142 ha de flores de corte, ampliamente cultivadas en la región, “es simplemente imposible ser competitivo si se cultivan aguacates comprando agua al District”.

Nunca más POSEIDON

Los responsables hídricos del condado de San Diego indican que el mayor coste del agua irá afectando a otras partes de California y el Oeste, incluso si la desalinización del agua es menos popular hoy día de lo que era en el pasado. Recientemente, una Comisión Costera californiana denegó la autorización a Poseidon Water para que construyera una  estación desalinizadora de agua, cuya tramitación se ha prolongado durante varias décadas, en la población costera de Huntington Beach, situada 97 km al norte. La negativa llegó tras años de oposición por parte de ambientalistas.

De acuerdo con los responsables del condado de San Diego, el resto del Estado tiene una ardua tarea por hacer, a medida que el cambio climático continúa intensificando las sequías y reduciendo los caudales de los ríos de California que nutren sus embalses y el río Colorado.

En palabras del director general de la Autoridad Hídrica del condado de San Diego, “no disponemos de más agua barata”.