En un momento en que los estados miembros de la Unión Europea están elaborando una propuesta de normas de calidad del agua regenerada para el riego agrícola y la recarga de acuíferos, es interesante analizar y valorar el proceso que se ha seguido en California durante los últimos 40 años para avanzar en ese mismo proceso. En particular, merece una especial atención el proceso seguido para establecer y actualizar las normas de calidad del agua regenerada utilizada para el riego sin restricción de productos hortícolas de consumo crudo. El famoso Title 22 de la Ley del Agua californiana.

La primera propuesta de normativa surgió en 1978, con motivo de la intensa sequía registrada durante los años 1976 y 1977. La lógica aplicada en aquel momento fue la de adoptar unas normas de calidad aplicables al efluente regenerado, equivalentes analíticamente a las normas básicas relativas a la de un agua de consumo humano (potable), expresadas en función de su turbiedad y su grado de desinfección, utilizando la cloración como proceso técnico y los coliformes totales como parámetro indicador. La lógica de ese momento fue la de someter a un “buen efluente secundario” a un proceso convencional de potabilización de agua (coagulación-floculación, decantación, filtración y desinfección) y exigir a ese efluente regenerado, en el punto de salida de la estación de regeneración, una calidad equivalente a la de un agua potable, en términos de esos dos parámetros de calidad: turbiedad y coliformes totales. Esa lógica reglamentaria se complementó con un extenso estudio de demostración, el Proyecto de Monterey (1980-85), cuyo objetivo fue verificar la idoneidad de esas previsiones mediante un seguimiento de cinco años de una instalación real similar a la exigida por la normativa. Los resultados del estudio de Monterey fueron publicados en un excelente informe final y resumidos en un artículo técnico posterior. En años posteriores, las exigencias técnicas de la desinfección se complementaron con un requisito mínimo del producto CxT (450 mg Cl2-min/L), entre el contenido de cloro residual total (mg Cl2/L) y el tiempo de contacto del desinfectante con el agua (minutos), además de un tiempo de contacto mínimo, cifrado en 90 min. Una adaptación reglamentaria posterior permitió que esa exigencia operativa pudiera convalidarse por una inactivación de 5 unidades logarítmicas del contenido de fagos MS2 F-específicos, del virus de la polio o de un virus similar.

En 2012, 27 años después de la realización del proyecto de Monterey, el Ministerio de Salud Pública del estado se planteó una revisión detallada de los criterios de calidad del agua regenerada para el riego agrícola vigentes hasta el momento. El objetivo de las autoridades sanitarias fue actualizar las normas de calidad aplicables al agua regenerada para riego sin restricción de productos hortícolas de consumo crudo. Durante esos 27 años, la actividad hortícola del valle Salinas, en donde se encuentra Monterey, había experimentado un espectacular desarrollo en el uso del agua regenerada, motivado principalmente por los episodios de sequía que se habían venido registrando de forma recurrente. Mientras que en 1980, cuando se inició el proyecto de Monterey, la práctica del riego con agua regenerada era una novedad cuestionable, en 2012 había pasado a ser una actividad cotidiana y ampliamente aceptada y valorada, como reflejan las imágenes comerciales de extensas explotaciones agrícolas como las Ocean Mist Farms, que han ampliado el riego sin restricción con agua regenerada a una gran variedad de productos hortícolas, más allá del monocultivo de alcachofas que se practicaba en los años 1980.

En 2012, California reutilizaba unos 800 hm3 anuales de agua regenerada, lejos de los 1.800 hm3 anuales estimados como potencial deseable en la situación hidrológica del estado. Uno de los principales retos para promover el uso de agua regenerada en agricultura, especialmente en la producción de cultivos de consumo crudo, era disipar la preocupación suscitada entre el público sobre si la protección de la salud pública quedaba asegurada con el uso de un agua regenerada obtenida siguiendo los criterios de calidad vigentes en el estado.

Considerando la importante preocupación que suscitaba tanto la exposición a los microorganismos patógenos presentes en las aguas residuales como los efectos potenciales sobre la salud pública que ello puede comportar, y reconociendo que los requisitos reglamentarios para la reutilización del agua residual regenerada ha de estar basada en los mejores conocimientos científicos disponibles, el Departamento de Salud Pública y el Consejo Regulador de los Recursos Hídricos incluyeron en 2009 una provisión en su documento de Política de Reutilización del Agua, en la que se establecía la creación de un panel de expertos sobre estos temas. La principal misión de ese panel consistiría en determinar si un agua regenerada producida de conformidad con los criterios estatales de regeneración ofrecía una protección suficiente de la salud pública durante el riego de cultivos agrícolas de consumo humano.

El panel de expertos estuvo coordinado por el National Water Research Institute (NWRI) y contó con la colaboración de nueve expertos nacionales en los campos de la microbiología y virología sanitaria, la evaluación cuantitativa del riesgo microbiano, las enfermedades infecciosas de interés en salud pública y la epidemiología, la reutilización del agua, la seguridad de los alimentos y la evaluación de riesgos, las prácticas agronómicas, la gestión del riego, los contaminantes emergentes y la efectividad de los procesos de tratamiento del agua potable y el agua residual. Las reuniones del panel de expertos ofrecieron también la oportunidad para que los interesados en el tema pudieran realizar aportaciones, así como para el intercambio de información, el dialogo con los miembros del panel y la consideración de los comentarios del Consejo Estatal y el Departamento de Salud Pública en el redactado del informe del panel.

El informe final del panel de expertos contiene un resumen ejecutivo en el que aparecen las conclusiones y las recomendaciones del estudio, resumidas en forma de 9 preguntas y respuestas. De entre ellas, merecen ser destacadas las siguientes:

  1. La revisión de la evidencia contrastada sobre los métodos cuantitativos de evaluación de riesgo, tanto pasada como actual, confirma que las prácticas agronómicas actuales acordes con los criterios estatales de reutilización del agua no aumentan de forma detectable el riesgo para la salud pública y que una modificación de los límites de calidad para hacerlos más restrictivos no mejoraría perceptiblemente los niveles de salud pública.
  2. En el momento de redactar el informe (2012), se carecía de alternativas prácticas y consolidadas en el tiempo para sustituir a los coliformes totales. Los coliformes fecales y E. coli han sido propuestos como unos indicadores de la calidad sanitaria del agua superiores a los coliformes totales. No obstante, los coliformes totales constituyen el indicador más conservador del rendimiento de una estación de tratamiento de agua, seguido por los coliformes fecales y E. coli.
  3. La posible presencia de patógenos humanos en el agua regenerada y su incorporación en el tejido de las plantas, mediante el sistema radicular o los estomas de las hojas, son dos posibles motivos de preocupación sanitaria. Aunque hay evidencia de que esa incorporación puede producirse en condiciones de laboratorio en presencia de elevadas concentraciones de patógenos, el mecanismo más plausible en la práctica es la adhesión de los patógenos sobre la superficie de las plantas, reduciendo así la eficacia de los posibles procesos de lavado. Esta adhesión superficial parece ser el mecanismo más probable de contaminación asociado con los brotes infecciosos registrados, ninguno de los cuales ha estado asociado con el uso de agua regenerada para riego.
  4. No se ha podido detectar ninguna asociación definitiva entre brotes infecciosos o enfermedades esporádicas en el estado y la práctica del riego de vegetales con agua regenerada, como tampoco se han podido detectar en Florida en relación con el agua regenerada utilizada extensamente para riego agrícola y de jardinería. El programa de riego con agua regenerada de vegetales de consumo crudo en el condado de Monterey es un ejemplo local del uso de agua regenerada a lo largo de un extenso periodo de tiempo sin que se haya registrado ninguna relación conocida con enfermedades humanas.

El informe incluye la Tabla 2.1 en la que se resumen los requisitos aplicables al agua regenerada establecidos por el Departamento de Salud Pública del estado.

Los estudios y las investigaciones sobre este tema han continuado desde 2012, y entre ellos cabe destacar una investigación realizada en 2016 en el Camrosa Water District, cuyos resultados experimentales han llevado a la División de Agua Potable del estado a conceder una aprobación condicional a los operadores de la planta de regeneración de agua para que operen el proceso de desinfección respetando un producto de CxT de 59 mg Cl2‑min/L, referido al contenido de cloro libre en el agua, que se corresponde con una concentración de cloro libre de 1 mg Cl2/L y el mínimo valor de 59 min del tiempo de contacto registrado en la estación de regeneración en condiciones de máximo caudal.