El reto más importante que plantea la utilización de agua regenerada en España es asegurar que el público y los usuarios tengan una percepción correcta de esa práctica y estén dispuestos a aceptarla para los más diversos usos. Es en definitiva un desafío de comunicación, mucho más que de tecnología, para cuya solución se requerirá la participación activa de las administraciones y las entidades públicas en una doble faceta: 1) establecer unas normas pragmáticas y realistas para la operatividad de las instalaciones y la calidad del agua regenerada que aseguren la protección de la salud pública y el medio ambiente y 2) promover el conocimiento, la documentación y el apoyo de los proyectos de regeneración ejemplares que estén funcionando.

La reutilización potable del agua, especialmente de forma directa, está prohibida por la normativa española, salvo en casos de emergencia y excepcionalidad. No obstante, la disponibilidad de normas de calidad (RD 3/2023) para el agua de consumo humano, de sistemas tecnológicos para producir agua de la calidad requerida y de “tampones ambientales” o “sistemas de naturalización de aguas regeneradas”, como son los ríos, acuíferos o embalses, deberían permitir la reutilización potable indirecta, en un futuro no muy lejano. La recarga planificada del río Llobregat en un punto del cauce aguas arriba de la captación para la producción de agua potable, y la recarga planificada del acuífero potable del Orange County en California son dos ejemplos ilustrativos del potencial que ofrece la reutilización potable indirecta para la gestión de los recursos hídricos.