Como fundamentos previos, conviene clarificar dos conceptos:

Regenerar un agua es un proceso que se alimenta de un efluente depurado (esa es la materia prima del proceso) y tiene como objetivo retirar gran parte de la diversa serie de contaminantes que todavía quedan en un efluente secundario. La utilización de agua regenerada ha recibido históricamente la designación de “reutilización del agua”; con esas dos palabras se viene simplemente transmitiendo la idea de que se está utilizando un agua que ha sido regenerada, a partir de un efluente secundario.

Desalinizar un agua es un proceso de tratamiento destinado principalmente a retirar las sales inorgánicas presentes en el agua de mar (la materia prima para este proceso), a fin de convertirla en agua dulce, consumible por las personas. Una vez desalinizada, el agua así obtenida puede mezclarse, o utilizarse sin dilución alguna, para el consumo humano. La práctica de utilizar agua desalinizada no ha recibido una designación particular, más allá de designarla como “agua desalinizada”.

En definitiva, la lógica que rige el uso de estos vocablos es: la regeneración utiliza efluente secundario (agua dulce con ciertos contaminantes) y produce agua dulce desprovista de muchos de los contaminantes que contiene un efluente secundario; la desalinización utiliza agua de mar (agua salina) y produce agua dulce, tras retirar gran parte de las sales que aquella contiene. La utilización de agua regenerada se suele designar casi universalmente con la expresión “reutilización del agua”; en contraste, la utilización de agua desalinizada no tiene un nombre especial,.

El beneficio más importante de ambos procesos (regeneración y desalinización) es que ambos aportan una contribución neta de recursos, siempre que se realicen en la costa. Mientras que la regeneración capta un agua dulce (efluente secundario), que de otro modo se suele verter al mar, y mejora su calidad, mediante la retirada o la supresión (parcial o total) de los diversos contaminantes orgánicos e inorgánicos que están presentes en el efluente depurado que le sirve de materia prima, la desalinización capta agua salada del mar, aunque también de un acuífero salobre, para transformarla en agua dulce, mediante la retirada de las sales orgánicas e inorgánicas que contiene, como el cloruro sódico, o sal común, por ejemplo.

Tanto la regeneración como la desalinización utilizan procesos de tratamiento muy similares, tanto para la supresión de matera en suspensión (partículas microscópicas), como sustancias disueltas (orgánicas e inorgánicas) y especialmente de desinfección (inactivación de bacterias, virus y parásitos). En gran parte, la mayoría de esos procesos son originarios de y muy similares a los utilizados en las plantas de potabilización de agua, cuando captan aguas de los ríos para transformarlas en aguas de consumo humano.

El parecido entre la regeneración y la desalinización se hace especialmente marcado en el caso de la regeneración avanzada, como la que se realiza en el proyecto GWRS o en la ERA de El Camp de Tarragona. En todos esos casos, la separación mediante membranas de ósmosis inversa constituye el centro neurálgico del proceso de purificación del agua: tanto para rebajar el contenido de sales inorgánicas, en el caso de la desalinización (de agua de mar) como para rebajar el contenido de sustancias orgánicas e inorgánicas, en el caso de la regeneración avanzada, cuya materia prima es un efluente depurado.

Una diferencia destacada entre ambos procesos es su consumo energético y por tanto su coste de producción. Los principios termodinámicos son inapelables en estos casos. Retirar mediante osmosis inversa las sales contenidas en un agua de mar (con unos 32.000 mg/L de sales) requiere mucha más energía que retirar las sales orgánicas e inorgánicas contenidas en un efluente secundario (con unos 2.000 mg/L de sales). Mientras que la desalinización suele requerir entre 3,5 kWh/m3 y 4,0 kWh/m3, la regeneración avanzada del proyecto GWRS requiere tan solo 1,12 kWh/m3. Además, la desalinización de 100 L de agua de mar resulta en la producción (recuperación) aproximada de 50 L de agua dulce, haciendo que los otros 50 L (las salmueras) deban ser devueltos al mar en condiciones controladas. Por su parte, la regeneración avanzada de 100 L de efluente depurado viene a resultar en la producción (recuperación) de entre 80 L y 90 L de agua regenerada, haciendo que los restantes 20 L o 10 L de agua sean retornados a la EDAR de donde se obtiene el efluente depurado, desde donde suelen ser vertidos al medio natural, el mar o el suelo.