Así es, las captaciones de agua desde todos los ríos del mundo practican la reutilización incidental o no planificada del agua: los efluentes depurados y vertidos por poblaciones ubicadas en puntos aguas arriba de los ríos son diluidos y arrastrados por los caudales circulantes hasta que son captados nuevamente en puntos aguas abajo para su potabilización, distribución y uso en consumo humano. En períodos de escasez de lluvias, como ocurrió durante la sequía de 2007-08 en España, las desembocaduras de ciertos ríos mediterráneos españoles llegaron a contener hasta un 25 % de efluente depurado, que había sido vertido en puntos aguas arriba. En condiciones pluviométricas normales, esa proporción de agua regenerada (aportada de forma incidental) puede alcanzar un 10 % aproximadamente, aunque con notables variaciones geográficas y estacionales.

Esta circunstancia se suele expresar de forma coloquial diciendo que todos nosotros, a excepción de los residentes en las proximidades del nacimiento de los ríos, “vivimos aguas abajo de otros vertidos de aguas usadas” y, por tanto, practicamos la reutilización incidental, no planificada, indirecta, o como últimamente se designa en inglés “de facto”. La regeneración indirecta está legitimada y aceptada por la tradición, la cultura, las normas y los usuarios.