La retirada de las sustancias contaminantes incorporadas al agua durante sus más diversos usos se hace normalmente en etapas sucesivas y complementarias. En primer lugar, la forma más efectiva de hacerlo es suprimir su incorporación a la red de saneamiento (la mejor forma de descontaminar un agua es evitar que se contamine); en segundo lugar, mediante los procesos de depuración realizados en las EDAR y, en tercer lugar, mediante los procesos denominados de regeneración y de purificación.

Un principio básico de todos esos procesos de “separación” o de “eliminación” de las sustancias contenidas en un agua es iniciar los procesos con aguas que tienen las concentraciones más altas de contaminantes, y dejar que sean las técnicas más exigentes las utilizadas para retirar las últimas trazas de esas sustancias. En definitiva, intensificar la eficacia de los procesos de depuración en las EDAR, y dejar que sean las estaciones de regeneración las que retiren las últimas trazas de sustancias presentes en el agua.

Entre las opciones tecnológicas más efectivas para realizar la regeneración y la purificación del agua figuran la filtración con membranas de ósmosis inversa (similares a las utilizadas para la desalinización de agua de mar) y la absorción con carbón activado (con participación de procesos biológicos, en formato granular o en polvo).

El consumo energético de los procesos de regeneración avanzada (purificación) del agua en grandes instalaciones se sitúa en 1,2 kWh/m3 en 2023. Esos mismos procesos, pero utilizados para producir agua desalinizada a partir de agua de mar (con un contenido superior a 30 g/L de sales) se sitúa entre 3,5 kWh/m3 y 4,0 kWh/m3. El coste de producción de un agua purificada potable en Orange County (490.000 m3/día en 2023) se sitúa actualmente en 0,55 $/m3, mientras que el agua desalinizada en la ciudad próxima de San Diego, mediante un contrato de explotación de 30 años con una entidad privada, se factura a 1,5 $/m3, un valor muy similar al adoptado en los presupuestos de las instalaciones de desalinización de nuestras costas mediterráneas.

La incorporación de energías renovables para el funcionamiento tanto de las instalaciones de purificación de agua como de desalinización de agua de mar constituye una exigencia inevitable para asegurar la fiabilidad de suministro energético y la estabilidad de sus precios.