La gestión de la depuración de las aguas residuales (aguas usadas) en España tiene como principal referencia normativa la Directiva 91/271, cuya meta es conseguir que la calidad de las aguas depuradas asegura la protección e incluso la mejora de la calidad del medio ambiente receptor, sean cauces, estuarios o el mar abierto. Los planes de saneamiento de las comunidades autónomas han venido implantando las estaciones depuradoras de aguas residuales (EDAR) adecuadas para satisfacer esos requisitos, aunque todavía quede un pequeño número de casos por atender, debidos principalmente a cuestiones competenciales y presupuestarias, y muy raramente a cuestiones técnicas.

Las autoridades comunitarias están ultimando la revisión y actualización de la Directiva 91/271, en la que se incluirán nuevos parámetros de calidad, se modificarán los límites numéricos máximos permitidos y se adoptarán nuevas formas de vigilancia y seguimiento de la calidad de los efluentes depurados y los medios receptores.

La consideración de los actuales y futuros efluentes depurados como fuente de recursos adicionales para su posterior regeneración ha de llevar a unos mejores niveles de depuración de las aguas residuales, hasta alcanzar unas cotas superiores a las mínimas requeridas por la actual Directiva o la que la sustituirá en un futuro. Esa mejor calidad de los efluentes depurados beneficiará al medio ambiente receptor y contribuirá a que las estaciones de regeneración de agua (ERA) produzcan un agua regenerada de calidad mayor y más regular.

La Comunidad Autónoma de la Región de Murcia incorporó en su plan de saneamiento de 2001 la provisión de que el canon de saneamiento que pagan los usuarios del agua urbana sirva para pagar tanto la depuración de las aguas residuales como su posterior regeneración para su uso en riego agrícola. Los usuarios autorizados captan el agua ya regenerada a la salida de la EDAR+ERA y la impulsan con sus propios medios hasta los puntos de almacenamiento del agua de riego.

En definitiva, la depuración de las aguas residuales en una región de clima mediterráneo como la nuestra, caracterizada por una notable (y creciente) irregularidad pluviométrica, nos irá llevando hacia una “conjunción” de la depuración y la regeneración que permita la disponibilidad de nuevos recursos para un gran abanico de usos: desde los tradicionales “no potables” hasta los más vanguardistas “usos potables” en un futuro. Conviene resaltar que la regeneración de agua en las zonas costeras (antes de que el efluente depurado se vierta al mar) genera recursos netos adicionales para el ciclo local del agua, mientras que en las zonas del interior la regeneración solo permite una mejor gestión de los recursos, pero no aporta recursos adicionales: el agua regenerada es de mejor calidad que la simplemente depurada, pero no altera el balance de recursos hídricos.