El 8 de mayo, el diario New York Times publicó un extenso artículo sobre al proyecto de regeneración potable de Orange County, en California, donde se está a punto de alcanzar una producción de 380.000 m3/día. Aunque el título plantea la dificultad que para el público representa “tragar un agua que ha sido previamente agua residual”, el contenido del artículo describe una situación que “por la necesidad de la sequía” está pasando a ser una opción de futuro.
A medida que California se esfuerza por resolver la sequía paralizante que la atenaza y las restricciones obligatorias de agua proclamadas por su gobernador, se está planteando una revisión de ideas descartadas en el pasado por su carácter controvertido, su coste excesivo o simplemente su carácter desagradable. Una de ellas es ahorrar agua, una segunda es recurrir a fuentes de agua próximas y abundantes como el Pacífico, mediante la desalinización. Incluso se está considerando la utilización de agua regenerada. Y ahí es cuando surge un reto comercial que sin duda supera con creces el reto tecnológico.
En palabras del Prof. George Tchobanoglous de la Universidad de California en Davis “los inevitables remilgos a la hora de beber un agua que ha sido agua residual ignoran un hecho fundamental: a fin de cuentas, el agua es siempre agua. Todos los que viven aguas abajo de un curso de agua están bebiendo agua regenerada”. “Una minoría de ciudadanos se sienten muy ofendidos por esto y pueden retrasar o paralizar el proceso por razones legales y políticas”, según el Prof Paul Rozin, catedrático de psicología de la Universidad de Pennsylvania. No obstante, “en condiciones de crisis, las personas aceptan cosas que no aceptarían de otro modo”. Hasta el momento, los contrarios a la reutilización del agua han tenido la última palabra, según el Paul Slovic, catedrático de psicología en la Universidad de Oregon, debido al problema de “marca de calidad”.
Las personas tienden a juzgar el riesgo de forma emocional, de modo que expresiones como “del inodoro al grifo” pueden anular la más cuidadosa de las explicaciones. “El sector del agua no ha sido diestro en la comercialización de la reutilización. Pero los estudios de investigación muestran que resaltar los beneficios del agua regenerada – y su necesidad – puede cambiar las emociones, consiguiendo una reacción más positiva y disminuyendo la sensación de riesgo. El articulista termina señalando el caso extremo de la reutilización del agua: la estación espacial internacional, donde se recoge el agua de los inodoros e la transpiración de los astronautas. El coronel Douglas H. Wheelock, comandante de la estación en 2010 afirma que ”la bebió durante 6 meses y de hecho tiene buen gusto”. El chiste cotidiano en la estación era “el café de ayer, será el café de mañana”.