El diario La Vanguardia, en su edición digital del 12 de enero de 2024, publicó un interesante reportaje de Antonio Cerrillo titulado “La región de Barcelona se asoma al abismo con sequías recurrentes”, en el que analiza la casuística meteorológica y de gestión de los recursos hídricos que han llevado a la región de Barcelona a la situación actual, con reducciones de la presión del suministro de agua de abastecimiento en un número creciente de municipios, como el mismo autor analiza recientemente.

Tras enunciar las circunstancias históricas que han llevado a las cuencas internas de Catalunya a la situación de sequía más prolongada e intensa de las documentadas (36 meses), el redactor del artículo indica que “La conclusión es clara. Barcelona no puede confiar en los recursos naturales de la climatología (el agua de lluvia) como principal garantía de suministro basada en caudales de ríos y pozos”.

A modo de conclusión y recomendación finales del reportaje, el autor del artículo ofrece dos interesantes propuestas:

  1. Fabricar agua potable o regenerada es la nueva consigna. En los 23 municipios metropolitanos servidos por Aigües de Barcelona, el 33% de los recursos consumidos ya son de desalinización, y el 25% procede de la planta regeneradora de El Prat que produce agua regenerada (el resto son de río y pozos). Todos estos caudales no convencionales han evitado que se adelantara la emergencia.
  2. Habrá que mejorar la potabilización, evaluar la demanda de los grandes consumidores, ajustar consumos y recuperar acuíferos contaminados por los residuos ganaderos. Y también convertir la zona del Besòs en otro “grifo” de aguas potables y regeneradas. En resumen: mirar menos al cielo, y fijar más la vista en el suelo y las fábricas de agua.