El diario Le Monde publicó en pasado 19 de julio una extensa noticia sobre el gran número (70 en ese momento) de Departamentos que estaban sometidos a restricciones de agua de diversos grados, a la vez que se anunciaba la llegada de un nuevo episodio de calor durante la última semana del mes de julio.

La consecuencia inmediata de esa falta de lluvia ha llevado a numerosas regiones de Francia a situarse en estado de sequía, con la consiguiente inquietud entre los agricultores. De acuerdo con el portal ministerial Propluvia, setenta Departamentos estaban afectados por las restricciones de agua en diversos grados (“vigilancia”, “alerta”, “alerta reforzada” y “crisis”) a fecha del 19 de julio, a la vez que se anunciaba la llegada, durante los días siguientes, de un nuevo episodio de intenso calor sobre el territorio francés.

Entre los Departamentos afectados figuraban varios del centro y el oeste de Francia, en los que se había declarado la situación de “crisis” en una parte de sus territorios. En esos casos, el agua solo podía ser captada para “usos prioritarios” (salud, seguridad civil, agua potable y salubridad), estando prohibidas las captaciones para otros usos, incluido el riego agrícola. En los Departamentos declarados en condición de “alerta”, las captaciones para usos agrícolas estaban reducidas y el riego de jardines y espacios verdes estaba limitada.

Según el indicador de sequía que el servicio meteorológico francés Météo-France viene calculando desde 1958, “nos encontramos en la séptima posición de entre los años más secos”, tras las sequías históricas de los años 1976 y 2003. Como indica Météo-France, “desde julio de 2018, la pluviometría de Francia ha venido marcada por un déficit que perdura en las regiones del Grand-Est, la Bourgogne-Franche-Comté y en Auvergne”.

Durante el mes de junio del presente año, “las precipitaciones, aunque deficitarias sobre el Nord-Est, la Occitanie, la región de Provence-Alpes-Côte d’Azur y Córcega, han sido por el contario frecuentes y abundantes en el oeste del país”. Météo-France indica igualmente que “entre el 1 y el 10 de julio, las lluvias han estado casi ausentes sobre la mitad norte, mientras que las tormentas han afectado a las regiones de los Pirineos al sur del Macizo Central, así como localmente a la región PACA y el norte de Córcega”. Según las indicaciones de un técnico de Météo-France a la agencia de noticias AFP «algunas poblaciones del Norte no han recibido una sola gota de lluvia desde el inicio del verano, el 21 de junio. No ha caído ni una gota de agua sobre París entre el 21 de junio y el 15 de julio, algo que no había ocurrido nunca”.

Aunque la humedad de las capas superficiales del suelo era próxima a la normalidad hasta el mes de junio, el episodio de intenso calor ocurrido durante el final de junio ha contribuido a secar el suelo. Desde entonces, “la presencia tanto de unas temperaturas relativamente elevadas como de viento han favorecido la evapo-transpiración”, tal como explica el técnico de Météo-France. La agencia meteorológica prevé un nuevo episodio de intenso calor para los últimos días del mes de julio, debido a un flujo de aire caliente procedente de la península ibérica que se extenderá sobre el conjunto del territorio francés a partir del 22 de julio.

Con respecto a las masas de agua subterránea, a fecha de 1 de julio y con la excepción de Córcega, que ha sido la más agraciada, los niveles de los acuíferos “se situaban generalmente alrededor o por debajo de los niveles medios del mes de junio, y eran globalmente muy inferiores a los del año precedente durante estas mismas fechas”, según el último boletín de la Oficina de investigaciones geológicas y mineras. Esos niveles revelaban un régimen muy limitado de recarga de los acuíferos durante el periodo 2018-19, en razón de las precipitaciones tan débiles y a veces tardías registradas durante el otoño y el invierno.

En declaraciones del Ministro de Agricultura a la cadena de radio RTL, “tenemos un verdadero problema de recursos hídricos. No podemos seguir contemplando durante seis meses cómo el agua cae del cielo y dedicarnos a buscarla durante los otros seis meses del año. He lanzado una gran propuesta de actuación al sector agrícola. Debemos construir nuevos embalses de agua”. No obstante, las demandas de los agricultores para almacenar agua durante el invierno se enfrentan con frecuencia a la oposición de las organizaciones ambientales, que propugnan una adaptación de las prácticas agrícolas al calentamiento climático y a unos cultivos menos consumidores de agua.

En un artículo posterior del diario Le Monde, de 23 de julio, Météo France recuerda la existencia de varios tipos de sequía: “la sequía meteorológica, que corresponde a un déficit prolongado de las precipitaciones”, “la sequía de los suelos, denominada sequía agrícola, caracterizada por un déficit de agua en los suelos superficiales (entre uno y dos metros de profundidad), capaz de alterar el desarrollo adecuado de la vegetación” y “la sequía hidrológica, que se manifiesta cuando los lagos, los ríos o las masas de agua subterráneas registran niveles anormalmente bajos”.

Météo France recuerda la existencia de «suelos superficiales muy secos a lo largo de un gran cuadrante noreste y las regiones próximas al Mediterráneo”, una situación imputable en parte al periodo de altas temperaturas de finales de junio, que merece ser destacado “por su precocidad y su intensidad”, y por prevalecer también sobre “una gran parte del suroeste y el centro de Europa, alcanzando Ucrania y el sur de Rusia”.

Francia está por tanto atravesando un régimen seco, que va a permanecer hasta bien entrado el otoño. “El nuevo periodo de altas temperaturas, ocurrido después de un año deficitario en precipitaciones, va a provocar una evaporación muy importante y acelerar la sequedad de los suelos”, en palabras de un técnico de Météo France. Aunque la previsión indica que la presente ola de calor será de corta duración, las temperaturas podrían muy bien alcanzar o incluso superar los 40 ºC en la mayor parte del territorio.

En cuanto a las previsiones estacionales relativas a los tres próximos meses, todo hace presagiar que, a pesar de su menor fiabilidad relativa a las de corta duración, se registrará “un tiempo medio cálido y seco” sobre el territorio del país. Lo que no excluye la posibilidad de tormentas puntuales, susceptibles incluso de provocar inundaciones como las ocurridas en Córcega a mediados de julio, pero que no beneficiarán la recarga de las aguas subterráneas.

Habrá que esperar por tanto a la llegada del otoño para que unas precipitaciones continuadas puedan recargar de forma suficiente los acuíferos, evitando así que el verano de 2020 sea tan árido como el actual.