El portal del diario New York Times, en su edición actualizada del 24 de mayo incluye un excelente reportaje de Catherine Porter, con un magnífico reportaje fotográfico de James Hill, en el que se presentan las iniciativas adoptadas por los organizadores de los Juegos Olímpicos de verano de 2024 para convertir el río Sena a su paso por París en un cauce de agua limpia, de calidad adecuada para que los nadadores olímpicos y los propios ciudadanos lo puedan utilizar para ejercitarse. El reportaje muestra cómo la tarea está resultando ser mayor de la que nadie pudiera imaginar.

A continuación se presentan varios párrafos en español del citado reportaje.

Durante años, los operarios a lo largo y ancho del área metropolitana de París han estado implantando lo que se conoce como el Plan Natación – un sueño ingenieril, que comporta miles de nuevas tuberías subterráneas, tanques y bombas diseñadas para evitar que bacterias perjudiciales para la salud sean vertidas al río Sena, especialmente durante las tormentas. Si tiene éxito, el plan dará lugar a un cauce lo suficientemente limpio para que los atletas olímpicos, y posteriormente los ciudadanos, puedan nadar en sus aguas.

En palabras de Pierre Rabadan, teniente de alcalde encargado de los planes olímpicos municipales, entre los que se incluye la limpieza del Sena a tiempo de poder acoger dos competiciones de larga distancia y las secciones de la prueba del triathlon, “¿tenemos una garantía del 100 %? La respuesta es no, no la tenemos. Si llueve de forma continua durante dos semanas antes de las pruebas, sabemos que la calidad del agua – incluso habiendo terminado todos los trabajos previstos – no será probablemente excelente”. No obstante, Pierre Rabadan resaltó que no disponían de un plan alternativo: si las pruebas han de posponerse, los organizadores esperarán simplemente unos pocos días, analizarán las aguas de nuevo y volverán a intentarlo.

Considerado por muchos como el río más romántico del mundo, el Sena huele mal,  está turbio y – tras las largas noches de los sábados – tiene sus riveras llenas de basura vertida por los que han festejado el fin de semana. Durante las fuertes tormentas, 40 puntos de vertido distribuidos a lo largo de sus márgenes pavimentados desbordan de agua residual.

Esa es la razón por la que muchos parisinos – incluso algunos de los que trabajan en el Plan Natación oficial – ponen muy mala cara ante la idea de sumergirse en las aguas del río.

El objetivo de todas y cada una de las agencias involucradas en el Plan Natación es hacer que el agua sea suficientemente limpia para que las concentraciones de dos bacterias indicadoras – E. coli y enterococos intestinales – sean inferiores a las normas establecidas por la Directiva Europea de Aguas de Baño. Las normas olímpicas permiten unas concentraciones ligeramente superiores, con la aprobación previa de un comité.

Los inspectores franceses han venido verificando regularmente la calidad del agua del Sena. El verano pasado, aproximadamente la mitad de las muestras cumplieron con las normas. No obstante, esas muestras fueron tomadas a lo largo de un largo tramo del río y su afluente durante los tres meses de verano.

Cuando los inspectores muestrearon el tramo que acogerá las pruebas olímpicas planificadas – el sector de natación del triathlon y las dos pruebas de 10 km para hombres y mujeres – durante dos semanas del final del verano, momento en el que las olimpiadas tendrán lugar, los resultados fueron “”suficientes” en un 90 % de las muestras, indicando que un comité olímpico habría de decidir si las pruebas se podrían realizar o no. Los funcionarios municipales consideraron que esos resultados eran prometedores, teniendo en cuenta que la mayor parte del Plan Natación estaba todavía por completar.

En palabras de Samuel Colin-Canivez, ingeniero municipal jefe encargado de los proyectos de saneamiento, durante una visita guiada por el interior de un túnel recién construido que se prolonga por debajo del cauce del río, “no estamos purificando el río Sena. Nuestro enfoque es asegurar que el agua sin tratar no se vierte al cauce del río Sena”.

Un túnel de 700 metros de longitud conecta un enorme tanque de retención que se está construyendo entre la estación de Austerlitz y un hospital de 350 años de historia. Conjuntamente, tendrán capacidad para almacenar 50.000 m3 de agua – suficiente para llenar 20 piscinas olímpicas.

El túnel y el tanque figuran entre los cinco grandes proyectos de ingeniería que se están construyendo para ocuparse de las aguas de tormentas, que en estos momentos superan la capacidad del antiguo sistema de saneamiento de Paris, y muy en especial para encauzar tanto el agua residual como las aguas de lluvia. Cuando las aguas de lluvia superan la capacidad de retención de esos dos túneles, vierten todo lo que contienen – lluvia, aguas de lavado y aguas fecales – al cauce del río Sena.

En palabras de Colin-Canivez, durante un paseo alrededor del tanque parcialmente construido, “en estos momentos, eso ocurre 12 veces al año, cuando llueve intensamente en la parte oriental de la ciudad”. Una vez que esté completamente terminado, el enorme tanque de retención guardará las aguas de tormenta y luego las verterá lentamente a la red de alcantarillado, una vez pasada la lluvia. “Nuestro objetivo con esta infraestructura es reducir esa frecuencia a dos veces al año”.

Esa es la estrategia de tiempo húmedo para asegurar que el agua residual no vierte en el Sena. La estrategia de tiempo seco comporta otra serie de proyectos. Algunos son evidentes, como la incorporación de tratamientos especiales adicionales en dos estaciones depuradoras ubicadas aguas arriba de la ciudad. La mayor de ellas, Seine-Valenton, recibe las aguas residuales de 2,5 millones de personas, 10 km al sureste de París. En palabras de Vincent Rocher, director de innovación de la Autoridad Metropolitana de Saneamiento de Paris, “la adición de pequeñas cantidades de ácido perfórmico en su efluente durante el mes de junio hará que la concentración de ambas bacterias fecales disminuya en un factor de 1:1.000”.

Otros de los proyectos son menores y más personales, como los que realizan los equipos que van de puerta en puerta en seis áreas suburbanas de París, tratando de persuadir a más de 20.000 propietarios para permitir que los operarios desentierren las tuberías de desagüe de sus viviendas y las reconecten adecuadamente al sistema de saneamiento. Esa es la cifra de viviendas consideradas como fuente de vertido de aguas residuales al cauce del río Sena o del río Marne.