El domingo 27 de enero de 1991, el diario La Vanguardia incluyó en su sección de Sociedad una noticia con el siguiente titular “El Área Metropolitana quiere reutilizar más del 10 % del agua que consume”. El artículo reflejaba el interés del momento por explorar la posibilidad de que “El agua residual, una vez depurada, podría ser reaprovechada en la limpieza pública, la industria y los regadíos” y resaltaba el interés de que “La entidad metropolitana cree que es posible la reutilización del agua residual saneada antes que pedir el trasvase del Ebro”.
Aunque los 30 años transcurridos desde entonces han permitido la implantación de importantes instalaciones metropolitanas para la regeneración del agua, la puesta en marcha de los diversos proyectos de reutilización propuestos han tenido destacados altibajos, debido a las diferentes crisis económicas sufridas, antes y después de nuestra incorporación al euro, las sequías breves y de moderada intensidad que nos han afectado y sin duda la limitada voluntad política y social de hacer que la reutilización sea un elemento básico de la gestión integrada de los recursos hídricos, especialmente en zonas con creciente irregularidad pluviométrica como la costa mediterránea española.