Aunque el mantra de “brown is beautiful” sirve para consolar a los propietarios de parterres ante el inevitable cambio de color que se está registrando en sus jardines por la necesidad de ahorrar agua en todo el estado de California, parece que no se resignan a convivir con un escenario más propio del desierto que con el de los jardines que tanto aprecian en sus residencias. Para sacarles de ese dilema, la industria de la hierba artificial les ofrece unos excelentes productos que están experimentando un crecimiento de ventas casi exponencial. El proceso viene estimulado por el incremento del precio del agua y la subvención ofrecida por el programa de supresión de parterres del Metropolitan Water District, que ofrece a los residentes del South Bay, en Los Ángeles, al menos 22 dólares por metro cuadrado de hierba natural suprimido.

La calidad y la apariencia de la hierba artificial han mejorado dramáticamente desde que fue utilizada en una primera gran instalación, el Houston Astrodom, en 1966. Aunque la mayor parte de la hierba artificial producida en los Estados Unidos viene de Georgia, la mejor fibra se produce en Bélgica y Holanda, donde hay una gran tradición de utilizar este material para campos de fútbol. Según los investigadores del Centro de Estudios Hidrológicos de la Universidad de California en Davis, el consumo medio anual de agua de un parterre es de 130 m3. De acuerdo con los datos del West Basin Municipal Water District, abastecedor del South Bay, el consumo medio de agua de sus abonados durante el año fiscal 2013-14 fue de 210 m3/persona-año, inferior a los 310 m3/persona-año de 1995. La media estatal es de 270 m3/persona-año. La Southern Nevada Water Authority estima que cada metro cuadrado de hierba natural sustituida con hierba artificial representa un ahorro de 2,2 m3/año.