La página web Water Technology ha publicado una excelente entrevista con el Dr. Joseph Cotruvo, editor técnico de la publicación, sobre las consecuencias sociales y técnicas generadas por el accidente ocurrido en el abastecimiento de agua de la ciudad de Flint, Michigan, en la que se describen las circunstancias que lo provocaron, la problemática y la normativa aplicable a la presencia de plomo y de cobre tanto en el agua potable como en otras formas de exposición, las iniciativas legislativas adoptadas tras el incidente, las técnicas de potabilización disponibles y diversos consejos prácticos para los afectados, de modo que puedan usar con seguridad el agua de abastecimiento público. El Dr. Cotruvo concluye indicando que, aunque las consecuencias sociales y económicas del accidente de Flint son reales, la hipersensibilidad de los medios de comunicación ha contribuido a exacerbar su percepción por parte del público, hasta el punto de que algunos de los candidatos presidenciales se hayan planteado obtener ventajas a partir del infortunio de Flint. En opinión del Dr. Cotruvo, el accidente fue realmente la consecuencia de un fallo de las responsabilidades tanto del abastecedor de agua como del regulador estatal. El accidente no se habría producido nunca si ambos hubieran atendido a sus responsabilidades legales y profesionales y hubieran aplicado desde un principio los requisitos reglamentarios correspondientes. La implantación de las normas de la Agencia del Medio Ambiente (EPA) destinadas a eliminar el plomo de la gasolina ha permitido erradicar la mayor fuente de exposición al plomo por parte de la población de los EEUU, tal como ha quedado patente tras extensos análisis de plomo en sangre. La exposición al plomo tiene riesgos y ningún beneficio, de modo que lo mejor es reducir su presencia. Los datos sobre el contenido de plomo en sangre de la población de Flint examinados por el autor no parecen indicar un gran impacto sobre la salud, aunque desconoce qué proporción de los valores más elevados puede ser atribuida a las pinturas con plomo o a la ingesta del agua de abastecimiento. Los responsables estatales no respondieron con suficiente rapidez para asegurar que la ciudad cumplía con la normativa aplicable al contenido de plomo y de cobre, y además la oficina regional de la EPA no obligó a los responsables estatales para que hicieran todo lo necesario para asegurar que el agua de Flint respetaba la normativa aplicable. La historia habría sido completamente diferente si las tres autoridades involucradas hubieran respetado las normas legales como debían y hubieran ejercido las responsabilidades que les correspondía.