La página web de la Universidad de California en Irvine (UCI) publicó el pasado 16 de marzo un interesante estudio en el que se pone de manifiesto que la aplicación de las estrictas normas de calidad del aire que se han venido estableciendo en el Estado desde 1985 han dado lugar a una mejora considerable de la producción de los cultivos del Valle de San Joaquín, la zona de mayor producción agrícola de todo el oeste de los EEUU. El estudio, publicado por los investigadores de la UCI junto con otros colegas en el Journal Nature Food muestra que las reducciones de las concentraciones de ozono en las capas bajas de la atmósfera han dado como resultado un aumento considerable de la producción de frutales perennes como los almendros y, en consecuencia, de los beneficios económicos obtenidos por los cultivadores. Los almendros cultivados en el Valle de San Joaquín producen el 80 % de la oferta mundial de este fruto seco. El proyecto de investigación ha contado con participantes de Colorado State University, UC San Diego, Northeastern University, UC Davis y The Ohio State University, y ha sido financiado conjuntamente por la National Science Foundation y el U.S. Department of Agriculture.

Los agricultores del Valle Central de California no se caracterizan por su aprecio de las normativas gubernamentales, aunque hayan sido ellos quienes han visto mejorar considerablemente la productividad de sus cultivos de alto valor – y como consecuencia sus mayores ganancias – a consecuencia de las estrictas normas de calidad del aire adoptadas por el Estado desde 1985. Los investigadores de la UCI, junto con colegas de otras instituciones, realizaron un estudio estadístico de la exposición a la contaminación y la producción agrícola registrada desde el año 1985 hasta el 2015, por un sector que representa alrededor del 38 % de la producción agrícola total del Estado: cultivos perennes como almendras, uvas, nectarinas, peras, fresas y nueces. Los resultados muestran que las reducciones de la concentración de ozono en las capas bajas de la atmósfera durante ese período de 35 años han dado lugar a un aumento de la producción valorada en 600 millones de dólares anuales durante el período 2010-2015.

En palabras de uno de los co-autores, “es posible que muchos agricultores californianos no aprecien el hecho de que las normas de calidad del aire han podido tener ese beneficio en la capacidad de crecimiento de sus cultivos. La ironía es que, con su oposición a ciertas normativas ambientales, pueden estar perjudicando su propia capacidad de conseguir mayores beneficios”. Los investigadores también han simulado los cambios en la producción que se podrían observar en el año 2050, bajo diversas condiciones ambientales, obteniendo como resultado que las disminuciones esperadas de la concentración ambiental de ozono darán lugar a un aumento del 5 % en la uva de vino, del 8 % en las nectarinas y del 20 % en la uva de mesa. Por otra parte, han podido observar que la producción de otros cultivos, como los almendros, podrán experimentar unas disminuciones comparables debido al aumento de las temperaturas.

Este mismo investigador indicó que los estudios realizados hasta el momento sobre el impacto del calentamiento y el ozono ambiental sobre la capacidad del Estado de cultivar alimentos se han centrado en cultivos básicos extensivos como el trigo, la soja y el arroz. Por el contrario, él y sus colegas decidieron centrarse en cultivos perennes debido a las inversiones a largo plazo que comportan y el hecho de que California es el mayor abastecedor de este tipo de productos.

“Estos no son los productos que aportan la principal fuente de calorías a la población global. Estos son las cosas dulces de la vida – frutos, frutos secos y uvas de vino. Además, algunos de estos cultivos son mucho más vulnerables, desde el punto de vista monetario, que el trigo o el maíz”. Otra diferencia es que algunos cereales pueden alternarse anualmente como forma de soportar el calor e incluso unas concentraciones más elevadas de ozono ambiental. Por el contrario, los almendros, por ejemplo, permanecen durante décadas (para recuperar las inversiones de capital realizadas), y una vez plantados, no hay forma de hacer que sean más tolerantes a unas condiciones ambientales cambiantes.

El estudio ha demostrado que los efectos del calentamiento no son estadísticamente significativos para muchos cultivos perennes hasta el momento, aunque la presencia del ozono ambiental – cuya mayor parte proviene de las emisiones de los sectores de la producción energética y el transporte del Estado – reduce sustancialmente las cosechas de fresas, uvas, peras y nectarinas – hasta en un 22 % en el caso de la uva de mesa.

En palabras de otro de los investigadores “Si miramos el mapa del Estado, podemos ver una superposición de las áreas del Valle de San Joaquín en las que se cultivan muchos de los cultivos perennes y aquellas con los mayores niveles de contaminación por ozono. Esta coincidencia geográfica indica que hay oportunidades para aumentar la producción estatal de los cultivos, incluso mediante una disminución localizada de la contaminación ambiental de ozono”. El ozono troposférico se genera cuando el óxido de nitrógeno, emitido principalmente por las actividades humanas, reacciona con los compuestos orgánicos volátiles presentes en la atmósfera, en presencia de luz solar. Cuando el ozono entra en las hojas de las plantas a través de sus estomas, quema las células de las plantas mediante un proceso de oxidación, alterando así la fotosíntesis y el flujo de energía que las plantas pueden dedicar a producir frutos.

El primer investigador comentó que ahora él y sus colegas de ciencias climáticas saben más sobre la relación entre contaminación del aire y producción agrícola, por lo que California ofrece la posibilidad de servir como laboratorio de ensayo de las diferentes estrategias de mitigación del cambio climático. “Podemos realmente examinar los sistemas energéticos y de movilidad del Estado y cuantificar el grado en que esas actividades podrían ayudar o deteriorar la agricultura. A medida que abandonemos los combustibles fósiles en beneficio de la energía solar y eólica y los vehículos eléctricos, la contaminación por ozono experimentará unos cambios notables. Podemos simular esos cambios y los efectos que se producirán en los cultivos más valiosos de California”.