En agosto de 1995, el Journal of Environmental Engineering publicó un Forum elaborado por los profesores Takashi Asano y George Tchobanoglous, asociados en aquellos años al Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental de la Universidad de California en Davis, y titulado “Ingestión de agua residual repurificada”.

Tras enumerar los proyectos operativos más destacados en aquellos años dedicados a la reutilización planificada potable indirecta y a la opción más generalizada de reutilización no-planificada potable indirecta en los cursos fluviales del país, los autores del Forum resaltan la circunstancia de que la mayor parte de las investigaciones dedicadas originalmente a la reutilización potable estaban alcanzando una relevancia equiparable en las dedicadas a las fuentes de agua de consumo humano obtenidas a partir de masas de agua en las que se vierten efluentes depurados.

Los autores describen el primer caso bien documentado de reutilización potable directa de un efluente depurado municipal que tuvo lugar durante la intensa sequía que afectó, entre 1952 y 1957, a la ciudad de Chanute, en Kansas, con una población de 12.000 habitantes en aquellos momentos. El 14 de octubre de 1956, la ciudad inició el vertido de efluente secundario en el embalse destinado a atender su consumo humano. Durante los cinco meses posteriores, el efluente depurado y desinfectado se fue vertiendo al embalse y utilizado como fuente de recursos hídricos para suministrar la planta potabilizadora. El agua del grifo cumplió las normas de calidad bacteriológicas durante todo ese periodo, aunque el margen de seguridad fue considerado como inconfortablemente estrecho. El agua regenerada alcanzó entre 8 y 15 ciclos de recirculación durante esos cinco meses. El problema más serio de esa experiencia fue la aceptación pública del agua o, dicho de forma más correcta, el rechazo público del agua, además de diversas dificultades técnicas que hubieron de resolverse.

Aunque la reutilización potable de un efluente municipal depurado estaba restringida en aquellos momentos a situaciones extremas, se consideró conveniente la adopción de una única norma de calidad para el agua potable. Si un agua regenerada podía satisfacer esa norma, su uso debería ser aceptable al margen de la fuente utilizada para obtener el agua. No obstante, se era muy consciente de que esas normas de calidad del agua de consumo humano estaban basadas históricamente en el uso de fuentes de agua superficial escasamente contaminadas.

Estudios realizados en la Ciudad de San Diego en 1991, publicados con el título de Health Effects Study, llegaron a la conclusión de que el riesgo para la salud asociado al uso de agua regenerada, mediante procesos avanzados, como fuente de agua bruta para la producción de agua potable era inferior o igual al asociado con el uso de fuentes habituales de agua en aquellos momentos.

En esos mismos años, la agencia de agua del condado de San Diego y la ciudad de San Diego estaban desarrollando un amplio plan gestor de los recursos hídricos en el que se incluía el uso de agua purificada como forma de aumentar el suministro de agua potable de la región. El concepto de purificación representaba un proceso de tratamiento adicional, incluyendo ósmosis inversa, oxidación avanzada e intercambio iónico de unos 76.000 m3/día de agua regenerada básica. El agua así purificada sería mezclada en un embalse junto con aportaciones de agua de escorrentía local y agua importada. La mezcla de agua resultante sería posteriormente utilizada como fuente de suministro a la estación potabilizadora y luego distribuida para el consumo humano.

En ese contexto, la investigadora Lori Lohman presentó una excelente reflexión durante el Water Reuse Sympsoium IV en 1987, según la cual “la reutilización del agua – incluso para la reutilización potable – goza del apoyo general del público. Si el público está dispuesto a apoyar la reutilización, ¿dónde reside por tanto el obstáculo para su implantación?”. Su reflexión concluía planteando que el problema real podría encontrarse en el propio sector profesional, en aquellos que se consideran a sí mismos como parte del sector profesional del agua, incluyendo los profesionales lectores de este Environmental Engineering Forum. A lo que añadiría que la barrera más obstinada ante la reutilización del agua sigue siendo la actitud de los profesionales del agua que venían proponiendo un conjunto de normas de calidad para esta “agua repurificada” mucho más estrictos que los aplicables a las aguas superficiales “naturales” e incluso así seguían considerando difícil la utilización consciente del agua repurificada.

Los autores del Forum terminan su redacción planteando una sencilla pregunta. ¿Deberíamos aceptar la reutilización directa del agua purificada?

Una de las repuestas más concretas a esa pregunta de 1995 es la reciente promulgación de la normativa aplicable para la reutilización potable directa del agua en California por parte de su Consejo Regulador de los Recursos Hídricos. Una referencia de gran valor para los interesados en esta innovadora estrategia de gestión integral de los recursos hídricos, en el contexto de creciente irregularidad pluviométrica asociada con el cambio climático.

El Forum de los profesores Takashi Asano y George Tchobanoglous recibió una Discusión por parte del profesor Daniel A. Okun, miembro honorario de ASCE, titulada “A preference for nonpotable urban water reuse over Drinking Repurified Wastewater”, publicada en el Journal of Environmental Engineering, en mayo de 1996. La Conclusión del Forum fue publicada a continuación de la Discusión, en ese mismo ejemplar del Journal.